Como docentes, nos encontramos con diversos desafíos al procurar una formación integral a los estudiantes universitarios. Uno de estos desafíos es despertar en ellos el amor por el conocimiento en un mundo donde a menudo se concentran en el entretenimiento y la tecnología, pensando que lo único que uno puede hacer en el día es perder el tiempo en asuntos lúdicos.
En la actualidad, los avances tecnológicos y las diversas formas de entretenimiento han capturado la atención de las nuevas generaciones. Los estudiantes pueden verse fácilmente inmersos en la cultura del consumo de información rápida y superficial, sin dedicar suficiente tiempo a explorar y profundizar en temas académicos.
Como facilitadores del aprendizaje nuestro deber es enfrentar este reto e identificar de manera creativa formas de transmitirles el valor del conocimiento ligada a la reflexión y vivencia del día a día. Debemos mostrarles que el aprendizaje no solo es necesario para obtener buenas calificaciones, sino que también es una herramienta fundamental para su desarrollo personal y profesional y que habrá de abrir camino en su futuro desde el trabajo arduo del presente.
Una estrategia efectiva es utilizar métodos de enseñanza innovadores que combinen la tecnología con el contenido académico. Podemos aprovechar las herramientas digitales y las plataformas educativas para fomentar la participación activa de los estudiantes, brindándoles la oportunidad de explorar y descubrir por sí mismos los conceptos principales que deseamos abordar dentro del programa de un curso o materia.
Además, es importante establecer un ambiente de aprendizaje motivador y estimulante. Debemos mostrarles la relevancia y aplicabilidad de los conocimientos adquiridos, relacionándolos con situaciones inmediatas de lo que perciben, sienten y experimentan sobre el mundo que les rodea y les espera para ser transformado positivamente. De esta manera, despertaremos más fácilmente su interés y concretaremos la motivación por aprender en el día a día.
Asimismo, es fundamental fomentar el pensamiento crítico y la capacidad de análisis en los estudiantes. Debemos enseñarles a cuestionar, investigar y reflexionar sobre la información que reciben, para que puedan formar opiniones fundamentadas y tomar decisiones informadas en un época donde la desinformación y la falsedad a sabiendas parecen la clave de convivencia.
Espero que, a lo largo de los tres cursos que impartiré en este semestre, tenga la capacidad de lograr estas ambiciones de cara a los más de treinta alumnos que pasarán por mis aulas virtuales y presenciales.
Desde ahora encomiendo en mis oraciones a mis nuevos alumnos; será un viaje increíble entre enero y mayo de este año. ¡Venga!