Preludio y contexto de una pequeña crónica que habrá de tomar cuerpo
Quedan varios días de diciembre, ¡es cierto! Pero laboralmente, sin contar el día de hoy, tengo por delante tan solo siete días: ¡Siete!
Me encuentro en un cierre vertiginoso; hace mucho tiempo que no experimentaba un diciembre que demandara cada minuto de atención y diligencia de mi parte.
Siento la recta final, vislumbrando la meta que, aunque se alcance, no genera la sensación de conquista sino de "apenas llegué". Hay mucho trabajo en mi propio perfeccionismo, una dosis de realidad en la acción y una ecuación de posibilidad.
Recuerdo el mantra del "producto mínimo viable", pero me enfrento a una paradoja: ¿puede algo ser "mínimo" y mantenerse viable? ¿No sería lo verdaderamente viable en este momento dar más que lo mínimo posible y concentrar la mirada en grandes ideales?
La mente viaja más rápido que las manos; las ideas preceden a las acciones. Y eso, en la mayoría de las ocasiones, no es una experiencia satisfactoria por sí sola. ¡Hay tanto por hacer y tan poco tiempo! ¡Tanto tiempo invertido en tan pocos resultados!
Quiero poner orden interno en medio del caos externo, ¡no es sencillo! Hay tantos caminos que seguir, tantos recovecos que explorar; anhelo encontrar el hilo que nos permita salir victoriosos del laberinto después de haber aniquilado al minotauro.
Matar al monstruo de la procrastinación es difícil, pero se revela sencillo desde la convicción. Pero, una vez que se aniquila, ¿hacia dónde está el rumbo de la vida equilibrada? Una vez desechada la amenaza, ¿cómo evitar el verdadero Golem de la comodidad? Ritmo, movimiento, acción, evaluación y resultado. A veces atrapado en el ir y venir, a veces, en el no hacer sabiendo todo lo que puede lograrse. Un péndulo cuando necesito una brújula. Una dirección, cuando todo avanza y retrocede.
Algún día publicaré las memorias de un director, del liderazgo llamado a la acción que se piensa a sí mismo mientras intenta sostener, porque para eso el nombre de pila da sentido y cometido. ¿Habré de honrar mi nombre? ¿Qué hay en mí de aquel mito troyano? ¿Algún Aquiles se asoma en el horizonte?
Mantener la esperanza en momentos de prueba, atreverse a levantar la cabeza cuando el consejo unánime clama: ¡agacharse, proteger el rostro!
Hoy resuena en mi mente, antes del sueño, el "sueño imposible": Dios me permita, en su gracia y dirección:
“Soñar, lo imposible soñar
Vencer al invicto rival
Sufrir el dolor insufrible
Morir por un noble idealSaber enmendar el error
Amar con pureza y bondad
Creer en un sueño imposible
Con fe una estrella alcanzarEse es mi afán
Y lo he de lograr
No importa el esfuerzo
No importa el lugarSaldré a combatir
Y mi lema será
Defender la virtud
Aunque deba el infierno pisarPorque sé que si logro ser fiel
A tan noble ideal
Dormirá mi alma en paz al llegar
El instante finalSoñar, lo imposible soñar
Vencer al invicto rival
Sufrir el dolor insufrible
Morir por un noble idealSaber enmendar el error
Para amar con el más puro amor
Creer en un sueño imposible
Con fe una estrella alcanzarLuchar por un mundo mejor
Perseguir lo mejor que hay en ti
Llegar donde nadie ha llegado
Y soñar, lo imposible soñar”
Tantos molinos de viento de frente; Aquiles se nota pequeño y disminuido, esta vez no triunfará, ahora, Dios mediante, habrá de cambiarse la historia y de Troya, habrá de venir la victoria y no la derrota. Mucho mar por navegar, mucha tierra por surcar. Mucha opción por concretar. Aroma de ave fénix, que de la ceniza resurge para seguir buscando, explorando, aprendiendo, disfrutando.
2024 no se presenta como un sueño imposible, sino como una escala necesaria de remontar para llegar a aquello que me reclama, impulsa y convoca. No es el próximo año el que está en juego, sino ya la segunda mitad de la vida que se presenta en el horizonte. ¿Hasta cuándo será posible extender la partida? Se valora todo ya con un matiz diferente, no se evalúa solo lo logrado, sino lo vivido. Como dice la canción mexicana: "malhaya quien dijo miedo, si para morir nací".
Habré de dejar constancia en este espacio, en entrega diaria, del aprendizaje cotidiano de este 2023, laboralmente hablando, que se escurre entre las manos. Son siete días en los que espero descubrir algo más de mí y de lo que puedo lograr. ¡Venga! ¡Obtengamos provecho de lo que nos toca experimentar!