¿Cuál es el nombre de tu prisión?
Una muestra de "Gestiona tu motivación
Comparto con mis lectores una de las ideas presentes en el texto “Gestiona tu motivación”, puede ser útil en esto días de pausa y reflexión interior.
1. ¿Cuál el nombre de tu prisión?
El pan cotidiano del hombre de hoy tiene un cierto sabor a derrota. Lo consumimos, muchas veces, sin darnos cuenta. Está duro, pero aun así lo roemos con desesperación.
En un encuentro casual por la calle, una persona me comentó, con poca atención en lo que decía, que en los últimos días se ha sentido como un prisionero dentro de una celda estrecha con barrotes invisibles. Aprisionado entre problemáticas, presiones y responsabilidades, ve la vida pasar por un resquicio.
Es consciente de que el tiempo, entre tanto lamento, se le escapa de las manos; sin embargo, no encuentra la fuerza para salir de la prisión interna que experimenta. Lo último que piensa de sí mismo es que puede ser libre. Se ha impuesto una condena, siendo juez y parte, y cumple su pena automutilante a pesar del peso de las cadenas y el malestar de los grilletes.
Al escucharlo, reflexioné con atención sobre su vivencia, una metáfora de una prisión de la que parece no haber escapatoria. Este sentimiento o experiencia puede ser compartido por muchas personas, especialmente en estos días en los que las tareas, pendientes, deberes y responsabilidades, cuando no se tiene un sentido de vida, provocan una saturación personal sin precedentes.
Yo mismo me he visto en situaciones similares, y recordé esos momentos con fuerza mientras el hombre decía algo como "es la vida, y hay que seguirle", antes de despedirse y perderse entre la multitud. "Un prisionero con una jaula móvil", pensé mientras lo veía alejarse paso a paso.
Podría pensarse que la única experiencia de libertad se vive, en mayor o menor medida, durante el fin de semana. Como en una cárcel real, uno podría creer que los sábados y domingos son nuestros días de libertad asegurada, dos preciosas jornadas donde haremos todo lo que hemos querido y para lo cual no tenemos energía en los días laborales.
Pero hay una trampa en esto, pues incluso en nuestros días "libres" podemos encontrarnos dentro de una jaula móvil, perdiendo el tiempo, intentando descansar, o tratando, con mayor o menor éxito, de cumplir los pendientes y actividades que comprometimos para esos días.
La libertad personal, experimentada a través del servicio al otro, del significado de la vocación personal y profesional, así como del propósito vital, no tiene una fecha definida ni un horario establecido. Debería, y esta me parece es la clave, ser parte integral de la rutina diaria. Probablemente así, la rutina dejaría de ser inconsciente y se convertiría en una oportunidad de mejora continua.
Para romper la jaula móvil que nos aprisiona, es necesario ser conscientes de ella, conocer su nombre y sus características. Puede haberse originado en un fracaso personal, familiar o profesional. Puede habernos atrapado sin darnos cuenta, cuando activamos el "piloto automático" en cada jornada y vivimos los días uno tras otro, sin motivación, sin asombro y sin esperanza.
La jaula móvil es, necesariamente, diferente para cada uno de nosotros, pues la hemos configurado de acuerdo con nuestra personalidad, vivencias, educación, historia y cada uno de los encuentros y desencuentros interpersonales experimentados.
Aunque todas tienen una cerradura, solo dentro de nosotros se encuentra la llave maestra que abre cada conjunto de barrotes y pasillos. Nuestra actitud, la decisión de querer ser verdaderamente libres, es esa llave finamente elaborada, con nuestro nombre grabado en el costado.
Mientras leías esto, te acercaste a la puerta. Estás frente a los barrotes que comienzan a abrirse; la llave en tu mano ha llegado a la cerradura. ¿Te animas a salir?
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