¿Cuándo vale la pena declarar un empate con tus aspiraciones?
Una reflexión para saber si es conveniente poner en pausa algún objetivo
El mundo en el que vivimos, vertiginoso y demandante, nos tiene acostumbrados a la creencia resumida de que solo existen dos resultados posibles ante un desafío de nuestro entorno personal, familiar o profesional: ¡O ganas o pierdes! Parece decirnos, con fiereza, nuestro contexto.
Desde luego, a todos nos gustaría "ganar" en la vida; la mayoría desea superar sus desafíos y lograr sus anhelos. Muy pocos escogerían, por sí mismos, la derrota. Es cierto que en esta última hay muchas cosas que podemos aprender, pero nadie se siente a gusto, pleno y realizado en medio del fracaso. No es un estado emocional que nos brinde la puerta directa a la realización. Puede ser una llave, pero no en sí misma la entrada a la satisfacción personal.
Hoy quiero platicarte que en este mundo exigente que experimentamos sí existe una tercera opción en el escenario de las posibilidades ante nuestros logros: muchas veces es más conveniente declarar, a tiempo y con sabiduría, un empate ante ciertos desafíos, retos y expectativas.
Es cierto que cuando nadie gana, todos pueden hacerlo tarde o temprano. ¡Acompáñame en esta reflexión!
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