No todo lo que hacemos nos brinda resultados satisfactorios, especialmente la primera vez que ocurre en el ejercicio de nuestro liderazgo.
Desarrollar la habilidad del liderazgo transformador es, sin duda, un proceso de ensayo y error. Una combinación que, en ocasiones, se equilibra entre aciertos y fracasos, pero que siempre, tanto en la victoria como en la derrota, demanda conciencia del aprendizaje y de la trascendencia del camino recorrido.
No todo saldrá como lo esperamos, ni todo tiene que ser perfecto. Hay una magia inherente en la imperfección, y reconocerla es un arte en sí mismo.
Con esto en mente, para cerrar el año propongo un ejercicio práctico a mis lectores. A continuación, te lo explico y comparto un formato de trabajo que puede serte útil.
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