Punto de partida
El poder personal de definirnos a nosotros mismos puede ser considerado por muchas personas como un exceso verbal. A fin de cuentas, es claro que la realidad no depende de nuestra voluntad y que por mucho que nosotros queramos alcanzar algo, no significa y garantiza que lo lograremos solo por desearlo. La vida, es mucho más compleja que una serie de buenas intenciones o de grandes aspiraciones. Creer en uno mismo, sin embargo, es una actitud que no todas las personas aprenden a poner en práctica durante momentos difíciles.
Si bien no podemos cambiar toda nuestra realidad y ajustarla a lo que en nuestra mente reside como deseable, si podemos invertir el tiempo y el esfuerzo vital en desarrollarnos del mejor modo posible, haciendo crecer nuestros talentos, capacidades y habilidades para así obtener el mayor provecho posible de lo que nos va tocando vivir en el camino.
El verdadero poder de definirnos a nosotros mismos surge del autoconocimiento, en cuanto actitud y disposición personal, para descubrir quiénes somos y quiénes podríamos ser si nos lo proponemos verdaderamente y actuamos en congruencia con aquello que buscamos.
Habrá cosas que sí podremos mejorar de nosotros mismos y también existirán algunos detalles que no lograremos “componer” o “modificar”. Labrarse una personalidad, y ojo con la palabra que he elegido, “labrarse”, será un tema de tiempo estructurado por momentos definidos a corto, mediano y largo plazo.
La incertidumbre del momento presente
Las crisis, para ser vencidas, nos obligan a fijar la mirada en el corto plazo. La vida debe continuar y es necesario, sobrevivir a lo que nos ocurre. Vivir al día como dicen por ahí, sin perder la noción de que esto que vivimos, creamos o no, habrá de pasar y, aunque nos adaptemos más o menos a lo que hemos vivido, deberemos adaptarnos nuevamente a otras condiciones. Y esto tiene un alto sentido práctico.
Es como si nuestra mente nos dijera: “entiendo que quieras lograr algo, pero ahora no, toda la atención debe estar en salir adelante”. Y ¿te digo algo? Eso habla de la salud de tu pensamiento. Debemos asumir el corto plazo, sin duda. En ello, ciertamente, nos va en juego la propia existencia. El aquí y ahora, para una crisis, es un ámbito sumamente relevante.
Pero, y aquí pondré el dedo en la llaga, no podremos asumir el corto plazo de manera integral y verdaderamente funcional, sí carecemos de intuiciones a mediano y a largo término. Si solo nos concentramos en el día a día, he aquí que nos descubrimos a nosotros mismos haciendo justo una labor de sobrevivencia, y no solo eso requerimos. Necesitamos vivencia, aprender a tener la vista muy por encima de lo que nos ocurre, sin que ello signifique en modo alguno negar la situación en la que estamos inmiscuidos.
Pongamos entonces los pies en el suelo, pero la mirada, fija a más no poder, en el horizonte. En aquello que sucederá cuando esto pase, en lo que estaremos llamados a ser muy pronto ante nuevas condiciones adversas. El verdadero desafío está por comenzar, por ello la narrativa, como un medio de interpretación de lo que ocurre, puede ayudarnos no solo a encauzar a corto plazo, sino que debe revelarse como un motor de acción para empezar el trazo de lo que habrá de suceder a medio camino rumbo al horizonte pretendido.
Afrontar adecuadamente nuestros desafíos
El autoconocimiento, que debemos esforzarnos en practicar, podrá lograrse con un ejercicio de reflexión activa. Pensamos para hacer, puesto que como hemos visto, la crisis requiere el corto plazo pero, también, la visión de futuro y de sentido de vida y propósito que nos permitirá ser más resilientes ante lo que nos ocurre.
Si partimos de quién eres, y quién puedes ser si pones manos a la obra, podremos descubrir ese poder de definirnos a nosotros mismos. Somos los co-autores de nuestra propia persona, no nos hemos dado la vida pero podemos decidir qué hacemos con ella, podemos construir una respuesta.
Podemos trazarnos al corto plazo un escenario que nos permita, dentro de la contingencia que experimentamos, no perder nuestra identidad y reflexionar, en sintonía con nuestras emociones, cómo asumiremos el día a día.
Configurar tu narrativa ante momentos de crisis es responder dos preguntas:
¿ Quién soy ante lo que me ocurre?
¿Y quién puedo ser ante lo que he vivido?
Y para apoyarte en esta reflexión, te dejo mi cuaderno de trabajo, disponible en E-book, ¡espero que te sea de mucho provecho!