Los proyectos, metas u objetivos de una organización no podrán alcanzarse a plenitud sin enfocar humanamente el liderazgo como una habilidad, un privilegio, destinada al servicio de las personas.
Hoy revisaremos juntos cómo, antes que otra cosa, debemos provocar en nosotros una actitud de Encuentro con quienes lidereamos.
Identificar el Segmento de valor
Ir al Encuentro de la persona, no en abstracto sino en concreto, requiere como primer paso identificar, dentro del contexto organizacional, cuál es la aportación única que cada ser humano puede brindar, desde su decisión y compromiso, en favor de los objetivos de un grupo u organización.
Esto requiere del líder un conjunto de habilidades y actitudes para encontrar, sin una motivación de juicio, lo que cada miembro de su equipo o grupo puede aportar.
Para lograrlo:
El líder que va por la persona, que dirige a ella su atención y su servicio transformador, deberá tomar en cuenta, por lo menos, lo siguiente:
Cada persona es un ser libre, aunque por momentos no sea consciente de ello, y desde su libertad construye posibilidades que modifican su respuesta personal ante lo que le rodea. Será condición del liderazgo transformador reconocer esa libertad y respetarla, dentro del marco institucional y de las normas mínimas de convivencia y de relación interpersonal.
Cada persona, como un primer acto libre, decide sobre aquello que parece brindarle sentido y propósito de vida. Y el área laboral, en concreto su empleo actual, puede ser para la persona una oportunidad descubrir y profundizar ese sentido de vida. Será trabajo del líder transformador mostrar alternativas para unir, desde la respuesta experiencial como un puente, la actividad laboral con ese sentido de vida y propósito en sus colaboradores. Para ello, tendrá que dar el ejemplo pues no habrá discurso que se sostenga sin acciones. Si el líder no está conectado con su sentido de vida y propósito no podrá provocar la conexión en quienes le rodean.
Perfilando una tarea
Partiendo de esa libertad, y esa búsqueda de sentido, la tarea es reflexionar sobre cómo la aportación única, lo que podríamos denominar el segmento de valor de cada colaborador, ofrece un sin fin de alternativas para desarrollar un liderazgo fundamentado en el servicio.
Reconocer a los miembros del equipo, no solo como individuos valiosos, sino como personas que tienen aspiraciones, anhelos y retos y que, desde su humanidad, puedan brindar una respuesta positiva ante desafíos organizacionales y de grupo. La historia de cada uno puede construir la historia de todos.
Trabajar desde la posibilidad
Como un segundo punto en esta hoja de ruta en la que nos encontramos, es importante señalar que las personas, por muy libres y buscadoras de sentido que seamos, no hemos en muchas ocasiones reparado en lo que podemos, queremos, y estamos llamados a ser.
Es necesario lograr entonces un cambio de perspectiva. Trabajar en lo personal y en lo grupal, con decisión y arrojo, en lo que podríamos entender como una unificación de nuestra existencia. Lo resumo en una frase:
Sentir y experimentar que aquello que hacemos vale la pena, y nos acerca a la mejor versión de nosotros mismos; esto facilitará enormemente alcanzar aquello que anhelamos en lo personal y en lo profesional. ¡Hay que ir a la persona desde nuestro propio viaje interior que tiene como meta ser mejores!
La rutina del día a día, la vida cotidiana, impone capas de “realidad aparente” sobre quienes somos y que queremos lograr, y solemos dejar estas reflexiones para posteriores momentos que, en un mundo como el nuestro, regularmente nunca habrán de llegar.
Es necesario trabajar desde la posibilidad, sin descuidar el día a día y las actividades y tareas cotidianas, pero mirando con esperanza y confianza a nuestros objetivos desde la posibilidad que tenemos de ser quienes podemos, queremos y debemos ser.
Un verdadero líder transformador debe asumir como materia prima sus propias potencialidades, trabajar sobre ellas y crear su mejor versión como líder; desde esa convicción, por ser mejor, podrá motivar de renovada manera las posibilidades de sus colaboradores.
Entretejer aportaciones únicas
Si lo pensamos con detenimiento un líder que trabaja en equipo no solo tiene que “armonizar” talentos, sino que debe provocar un sentido de identidad y pertenencia para que el grupo pueda reconocer, valorar y potenciar la contribución única que aporta cada persona desde su posibilidad de mejora.
Si todos trabajamos desde la posibilidad de nuestra mejor versión personal y profesional: ¿qué sucedería dentro de un equipo de trabajo? Esta pregunta es de suyo considerablemente motivadora para aquellos que quieren llegar al siguiente nivel en su interacción personal y profesional.
Pongamos un ejemplo
Aprendemos en comunidad, vivimos en la época del trabajo colaborativo y debemos aprovechar este contexto. Sin embargo, la colaboración entre personas es algo más que enlistar, dentro de una primera reunión, un conjunto de normas y recomendaciones que ninguno atenderá. Es mucho más que emplear el más avanzado software de manejo de proyectos. Y en ello un verdadero líder transformador debe estar atento para servir más y mejor a sus colaboradores.
Pienso en un tejido como ejemplo. Una maravilla artesanal que requiere destreza para unir dos hilos diversos y entretejerlos adecuadamente para promover la conformación de algo nuevo. No es simple unión de materia prima; es técnica y habilidad para lograr una verdadera creación innovadora a partir de los elementos con los que se cuenta.
Hay lideres que unen equipos de trabajo, otros los desintegran al fracasar su propio liderazgo. No se trata de juntar o simplemente de sumar, se trata de provocar una interacción, un vínculo personal y profesional, que responda y resista ante situaciones adversas y que permita, de la mejor manera posible, el logro del objetivo general que se persigue con ahínco y dedicación.
Vamos en camino
Reconocer el valor personal y la contribución única, motivar a la mejora desde la posibilidad de lo que se quiere, se puede y se debe ser, y favorecer un andamiaje de aportaciones únicas capaces de sostener un proyecto, meta u objetivo. Un verdadero líder transformador se decide, sin reservas y temores, a ir por la persona. A vivir un encuentro que cambie y mejore nuestras alternativas.
Los líderes centrados en la persona son los líderes llamados a hacer la diferencia dentro del siglo XXI. ¿Estás dispuesto a provocar la historia de tu proyecto y de tu producto o verás pasar la oportunidad frente a tu resolución?
Transformemos el mundo desde el servicio. ¡Es posible!
Nos leemos pronto.