De un extraordinario referente, traigo esta semana a los interesados la esquematización de competencias del Coach que presenta Isabel Aranda.
Las competencias del coach
Isabel Aranda
Las asociaciones profesionales que aglutinan mayoritariamente a los coaches acreditados (en España, ICF, AECOP y ASESCO) consideran que las competencias de un coach son fundamentales para el adecuado ejercicio de su desempeño profesional. Aunque hay ligeras diferencias en lo que cada asociación indica, presentamos ahora el esquema que nos brinda Isabel Aranda.
10 categorías para la actuación/ejercicio del coach profesional:
Establece una relación centrada en el observador:
Asegurarse que el cliente descubra, clarifique y priorice los pasos a dar en la búsqueda y consecución de su objetivo.
Asegurarse de que es el cliente quien aporta sus propias soluciones y estrategias, sintiéndose autor y responsable de ellas y de sus consecuencias.
Asegurarse de que, como consecuencia del proceso, el cliente aumenta la satisfacción personal y autoconfianza en la toma de decisiones, más allá, incluso del proceso presente.
Desarrolla sus metacompetencias personales:
Es consciente de sus propios valores, creencias y comportamientos, reconoce como éstos afectan su su práctica y utiliza su autoconocimiento para ser eficaz con el cliente y donde sean relevantes los objetivos del esponsor.
Sintetiza los insights derivados de la una exploración extensa de los modelos teóricos y evidencia personal.
Tiene en cuenta en todo momento las decisiones durante el proceso.
Reflexiona de manera crítica en sus paradigmas y el impacto en sus clientes en los sistemas de sus clientes.
Establece la relación de coaching:
Crear la relación de manera conjunta, construirla.
Espacio de trabajo, afianzado en la confianza, que permite el diálogo y la conversación.
Dinamiza el coaching:
Presencia activa mediante un estilo abierto, flexible y seguro.
Actitud y técnica por parte del coach, vivir un saber interioridad y utilizado con sensibilidad y responsabilidad para conseguir un resultado eficiente.
Respeta las normas éticas y deontológicas y establece el acuerdo de coaching:
Sentar las bases y reflejar la interacción en un contrato.
Precisa lo que es coaching y lo que no y, se asegura, de que el cliente lo tenga claro para la interacción.
Encuadre, alianza e interacción con el cliente.
Temas prioritarios: conducta profesional dentro del proceso, conducta profesional ante clientes, manejo de confidencialidad/privacidad, conflictos de interés.
Comunica efectivamente:
La conversación de coaching no es una entrevista, es un espacio de comunicación con especiales condiciones y el desarrollo que el coach tiene que hacer en su autoconocimiento y capacidad de comunicación, específicamente en la capacidad de escuchar, son factores diferenciales de la calidad del trabajo del coach. Así que la escucha no es la escucha activa de mostrar escucha, va más allá de la ya potente escucha empatiza, de lo que interpreta, siente y muestra el coachee, llegando a una escucha generativa centrada en las posibilidades aún no manifiestas para el cliente y, para hacer esto, hay que entrenarse específicamente.
Facilita la consciencia del cliente, su autoconocimiento y autoliderazgo:
Metodología del coach, que permite crear consciencia en el cliente sobre sí mismo y sus posibilidades.
Posibilitar el insight y el aprendizaje, no solo del reto sino de la persona ante el reto.
Facilita la definición de objetivos, el plan de acción, el progreso y la responsabilidad del cliente:
Reflejo de los logros de un proceso de coaching profesional.
Diseñar acciones, planificar y establecer metas, gestionar proceso y responsabilidad.
Favorecer un “resultado y orientación a la acción”.
Utiliza técnicas de psicología fundamentales para la observación, conocimiento y aprendizaje de la persona:
Afirmación de mayor compatibilidad entre la psicología y el coaching que cualquier otra profesión.
Formular sus propias herramientas y sistemas para mejorar su eficacia.
Se compromete con un aprendizaje continuo:
Horas de práctica continua y supervisión.
Apoya diversos enfoques a la evaluación del coaching.
Participa en la creación de mecanismos de evaluación que verifiquen la efectividad del coaching.
Utiliza el conocimiento obtenido para comentar temas, tendencias e ideas relacionadas a procesos de evaluación del coaching.
Dimensiones de las competencias del coach:
Actitudinales: El plano desde el que mira y considera al cliente es diferencial. Es imprescindible que su actitud sea plenamente positiva y generadora, ya no solo desde el respeto, sino desde la aceptación total del cliente como persona capaz.
Aptitudinales: Refieren a los conocimientos y habilidades desarrolladas para el empleo de esta metodología a través del estudio y entrenamiento específico.
Emocionales: Como en toda actividad de acompañamiento es imprescindible un altísimo desarrollo de la inteligencia emocional, tanto de su aspecto intrapersonal, especialmente por la importancia de la consciencia de uno mismo y de la autorregulación, como de la interpersonal, comunicación especialmente.
Relacionales: Son las que tienen que ver con la inteligencia emocional interpersonal. El coach necesita desarrollar una altísima capacidad de relación generativa con el cliente, por lo que tiene que desarrollar su capacidad de escucha, empatía, persuasión, etc.
Técnicas: Probablemente lo más sencillo de desarrollar, la adquisición de conceptos, el manejo de la metodología y técnicas, como saber preguntar, generar reto, etc.
¡Nos leemos! ¡Hasta pronto y hasta siempre!