Cierro, la revisión de las dos semanas anteriores, con un glosario de competencias de #CoachingDialógico, a partir del libro referencial sobre el modelo publicado por Susana Alonso, et.al., en editorial LID.
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Competencias del coach dialógico
Susana Alonso, et.al., Editorial Lid
Las quince competencias referenciales del coaching dialógico son:
Escucha dialógica: Habilidad mediante la cual el coach puede unificar, a partir del silencio interno y la presencia plena, todos los estímulos proporcionados por el cliente: tono de voz, palabras, silencios, pausas, corporalidad, etc. Poniendo atención enfocada en lo que SÍ dice y lo que NO se dice. Observando también cuando las palabras no corresponden con las emociones que el cliente expresa. Esta escucha debe abrirse a las relaciones del cliente con su entorno, y a la propia intuición del Coach. Esta competencia incluye la posibilidad de la “interrupción”, cuando no se obtenga ningún aprendizaje en lo expresado por parte del cliente.
Conexión profunda: Habilidad mediante la cual el coach procura lo necesario para establecer un vínculo entre él y el cliente. Cuando se lleva a la práctica genera un campo de confianza, seguridad y responsabilidad que permite aflorar lo más íntimo y auténtico de la persona. Para lograr esta habilidad en la práctica, el coach debe trabajar las actitudes de presencia plena, asombro y confianza. No puede lograrse sin la competencia de la escucha dialógica explicada previamente.
Autogestión: Habilidad por la cual el coach es plenamente consciente de su estado interno, con la posibilidad real de modificarlo en beneficio del proceso de coaching. Detectar el estímulo que provoca el cliente, y favorecer la respuesta adecuada que permita la conexión profunda. Implica no imponer al cliente el propio ritmo, ni el propio proceso de pensamiento y de aprendizaje. Es el coach el que debe adaptarse al cliente. En especial permite encontrar las experiencias de “desconexión” con el cliente y revertir esta posibilidad. Pone en aviso al coach de la excesiva autocrítica, respecto las técnicas y preguntas empleadas, y le apoya para centrar la historia del cliente entorno a los objetivos del coaching previamente determinados.
Preguntas efectivas: Habilidad para enunciar, de forma clara y contundente respecto los objetivos del coaching, preguntas que revelen información trascendente al proceso del diálogo, pues esto permitirá el avance del cliente. Esta habilidad deber orientarse al estímulo del asombro en el propio cliente, al deseo de preguntarse él mismo por la realidad que le envuelve; debe servir para incrementar conciencia, responsabilidad y poder en el cliente. Finalmente, esta habilidad, si se emplea adecuadamente, desembocará en creatividad, nuevas alternativas y compromiso con la acción.
Intuición: Habilidad que permite al coach contemplar al cliente como una realidad que por sí misma es admirable. Esta “mirada” limpia sobre la realidad del cliente, nos permite conectar con un conocimiento inmediato, no necesariamente derivado de la racionalidad rigurosa y lógica, que pone a disposición del proceso mayor riqueza en la información que el cliente proporciona. Para desarrollarla es necesario tener dispuesta la atención en la realidad sin pretender encajarla en un esquema mental previamente determinado. Esta relacionada a profundidad con la actitud del asombro.
Descubrir el fluir: Habilidad mediante la cual el coach es capaz de reconocer y llevar al cliente a averiguar lo que le hace sentirse “conectado” con su vida y sus retos, y contrastarlo con las situaciones de “desconexión” de sí mismo y de lo que le rodea. Los momentos de conexión suelen vivirse en la experiencia como instantes de plenitud, respecto lo que se habla o lo que se hace; son momentos llenos de sentido para el cliente y le hacen sentirse más vivo y dispuesto. Al tenerlos presentes en la consciencia, el cliente se sentirá energizado, el coach mirará con atención cómo su rostro se ilumina, como sonríe y como fluyen las palabras, teniendo mayor acceso a la creatividad.
Explorar el contexto sensorial: Habilidad mediante la cual se incluye dentro del coaching, como recurso adicional y fuente de información, el movimiento del cuerpo, las sensaciones y expresiones corporales tanto del cliente como del coach, asociadas a una situación o realidad del cliente que se está trabajando. Para lograr aprovechar esta habilidad el coach deberá observar y tomar consciencia de los gestos y energía corporal del cliente, puede verbalizar lo que se ha observado y ofrecerlo como aprendizaje al cliente. Mediante esta habilidad se ofrece al cliente, una vía alterna para la reflexión. Incluye, dentro de la sesión, los cambios de lugar, y de perspectiva ante los retos, expresar una emoción con gestos o describirla en su impacto corporal. Pueden emplearse objetos que se incluyen en descripción sensorial y se vinculan al reto concreto del cliente. El coach deberá acompañar en los movimientos y expresiones, procurando un efecto “reflejo” que sea de utilidad al cliente para obtener información visual.
Articular: Habilidad mediante la cual el coach coloca palabras y expresa de forma coherente cosas que siente que están ocurriendo durante la interacción de coaching, pero que no han sido nombradas o manifestadas por parte del cliente. Al verbalizarlas las situaciones o expresiones se articulan y se vinculan a la relación de coaching o bien directamente al reto u objetivos del proceso de coaching.
Destilar: Habilidad mediante la cual el coach es capaz de sintetizar el discurso del cliente, clarificando y ordenando lo esencial. Deberá comprobarse si lo expresado por el coach corresponde a la perspectiva o interés del cliente. Esta competencia evita que el cliente se pierda y sirve para recapitular las expresiones, aprendizajes, opciones o alternativas que el cliente ha mencionado en su discurso y en el diálogo con el coach.
Aterrizar: Habilidad mediante la cual el coach es capaz de enraizar al cliente en su realidad para que tome consciencia de cómo sus acciones, ideas y creencias están en contacto o no con ella. Se trata de que el cliente pueda conectar sus teorías, valores e ideas con la realidad de la que forman parte. Por medio de ella es posible discriminar y diagnosticar sentimientos y emociones del cliente, para que pueda tener una idea lo más clara posible sobre lo que siente o cómo se siente en relación con una persona o una situación.
Reconocer: Habilidad mediante la cual el coach es capaz de ver y nombrar los aspectos valiosos del cliente. El coach, al reconocer, avala al cliente por lo que es, y él se experimenta como alguien que puede ser reconocido en su verdadero ser. Exige veracidad por parte del coach, el reconocimiento debe ser real y auténtico, de lo contrario el efecto nocivo será la pérdida de confianza por parte del cliente.
Desafiar: Habilidad mediante la cual el coach reta al cliente a que vaya más allá de lo que él mismo estima que puede hacer y ser, superando su realidad actual. Esto permite que el cliente salga de la zona de confort, lo que será fundamental para alcanzar los retos y objetivos del coaching propuestos de antemano. El cliente se sentirá desafiado si expresa verbal o corporalmente incomodidad, rechazo, nerviosismo e inseguridad. El coach deberá verbalizar lo que observa y alinearlo al proceso de aprendizaje que se vive. El coach deberá provocar el desafío ante metas, tareas y/o actividades poco retadoras, procurando brindar el empuje necesario para romper la comodidad que obstaculiza la acción.
Dramatizar/ desdramatizar: Es la habilidad mediante la cual el coach, dentro de la conversación, jugará a subir o bajar el volumen de la expresión, tanto de emociones como de cualquier otra situación que trae el cliente a la sesión. Sumergirse en emociones o tomar distancia de las mismas, permitirá al cliente obtener nuevas perspectivas sobre su situación concreta.
Utilizar recursos poéticos: Es la habilidad mediante la cual, para enriquecer el proceso de la conversación, obtener nuevos aprendizajes, o contextualizar una situación que el cliente narra, el coach con imaginación invita al cliente a utilizar diversos recursos del lenguaje para describir o ilustrar situaciones, metas, propósitos, sentimientos, emociones o sensaciones.
Concretar la acción: Es la habilidad mediante la cual el coach consigue que el cliente especifique y aterrice sus planes de acción concretando todos los elementos necesarios para su implementación, de modo que se potencie su disposición a actuar y su compromiso con las acciones que decide emprender. El fruto de esta competencia es potenciar el compromiso del cliente consigo mismo.
¡Nos leemos!
¡Hasta pronto y hasta siempre!