Agradezco profundamente la oportunidad de compartir con la comunidad de mentores universitarios del Instituto de Estudios Superiores de Tamaulipas, en el marco de su cincuenta aniversario, la semana pasada. En esta ocasión, hemos reflexionado juntos sobre el propósito y sentido de la mentoría, cuyo objetivo es brindar una formación integral a cada uno de los jóvenes atendidos.






Durante esta celebración del “Día del Mentor”, compartimos una conferencia-taller, la Eucaristía y el acto académico de premiación, reconociendo a los mentores más destacados, quienes, con gran trayectoria de servicio y dedicación, han impactado positivamente a los estudiantes de esta casa de estudios. ¡Sin duda, ha sido un gran día y un excelente motivo para reflexionar sobre el camino recorrido y los logros alcanzados hasta hoy!
Conocí esta iniciativa hace varios años y he tenido la oportunidad de acompañarles en ocasiones anteriores. Me siento muy honrado de volver a responder a esta generosa invitación que nace de una pasión compartida por fomentar un enfoque profesional en el acompañamiento.
Un mentor de jóvenes es, sin duda, una de nuestras “mejores herramientas” para construir un futuro mejor. Es una verdadera palanca para el desarrollo humano de cada persona a la que se acompaña, fomentando su crecimiento integral. La mentoría ayuda a enfrentar los retos y desafíos del rendimiento académico, pero también impulsa, de manera orgánica y personalizada, el desarrollo de las capacidades y potencialidades de cada uno.
Sabemos que el verdadero acompañamiento requiere un auténtico encuentro interpersonal. Como profesionales del acompañamiento, debemos esforzarnos por ser, ante todo, facilitadores de encuentros plenos, creativos y llenos de asombro que permitan a los jóvenes conocerse a sí mismos y comprender la realidad que los rodea. Así, podemos ayudarlos a construir respuestas maduras basadas en la experiencia, y no en simples impulsos, evitando caer en el subjetivismo al que todos estamos expuestos.
El fruto de un proceso de mentoría efectivo, basado en la colaboración, es la autodeterminación en clave “wojtyliana”, es decir, la capacidad de elegir lo mejor para uno mismo en un contexto de encuentro y comunidad. Es una búsqueda de lo verdadero y lo bueno, que se expresa en relación con los demás, quienes, a través de su presencia, también contribuyen a nuestro desarrollo integral. No hablamos de lo “bueno” con minúsculas, sino de lo “Bueno” y lo “Verdadero” en mayúsculas, significando una búsqueda amplia, profunda, radical y objetiva, que lleva al camino de la plenitud y al rechazo despersonalización en los diversos ámbitos sociales.
¡Necesitamos más mentores y más espacios de acompañamiento! Celebramos este día, pero reconozcamos que aún queda mucho por hacer para conquistar la “década del acompañamiento personal” en este contexto de nuevas tecnologías y la inteligencia artificial. El acompañamiento será, sin duda, la última trinchera de humanidad, y muchos estamos dispuestos a defender, ampliar y reconfigurar esa misión. Sin embargo, necesitamos manos, ideas, proyectos, iniciativas y realidades. ¡Sigamos adelante, juntos, en este camino!