¡He de confesarlo! ¡Nunca he surfeado en la vida real! Me parece una gran hazaña para la que, muy seguramente, no tengo las agallas suficientes. ¡Mis respetos para quienes sí lo han hecho y lo disfrutan!
Sin embargo, las semanas anteriores, desde la conclusión del ejercicio de entrenamiento de #liderazgo a la fecha, han sido sumamente retadoras cada una de mis jornadas. Y creo que sería una buena analogía, esta de la posibilidad de surfear, todo lo que se ha presentado y ha exigido de mí una dedicación absoluta de tiempo y atención.
Si lo pensamos un momento, prolongando la similitud, encuentro tres movimientos en este “nuevo arte del mar” tan de moda desde finales del siglo pasado. Creo que para tener éxito en esta disciplina uno debería aprender a resistir, reafirmar y reconducir.
Resistir
Los embates, los imprevistos, las complicaciones, las desavenencias. Saber plantar cara a estos jinetes de la desgracia cotidiana. Las emociones ligadas al momento estresante y de presión tendrían que ser primero reconocidas, aceptadas y después controladas. La actitud de NO dejarse tirar de la tabla a pesar de la fuerza de la ola; la disposición a vencer desde luego la tentación del abandono: ¡no claudicar, no rendirnos! Es más fácil caer que sostenerse, por ello la resistencia debe transformarnos.
Reafirmar
No solo hablo de un mero aferrarse, sino que de la resistencia debe brotar un convencimiento. No es un “entercarse”, es un acto consciente de reconocimiento de que, a pesar de la dificultad y de la ola que busca arrastrarnos, uno no debe perder el rumbo, no debe desviar la mirada del objetivo de escapar de la cresta de la ola que se envuelve en sí misma para atraparnos y caer sobre nosotros con toda su fuerza. Disciplinar el cuerpo, tensar los músculos, descubrir agilidad y reflejos, convencernos de que, en el fondo, tenemos la respuesta dentro de nosotros para vencer asertivamente aquello que nos ocurre.
Reconducir
No saldremos del vórtice del agua que se cierra sobre nosotros, sino somos capaces, uniendo a la mirada depositada en el objetivo, de convocar en nosotros la actitud de ajustar el rumbo y la fuerza con la que acometemos la tarea. Darnos cuenta de que no basta el convencimiento de salir adelante; no es un simple acto de magia la voluntad, sino que debemos provocar la acción e ir más allá del deseo simple de mejorar. Transformar las ideas en realidades exige de nosotros recalibrar la dirección y la estrategia para llegar al punto que nos interesa, en el caso del surfista conquistar la ola, permanecer el mayor tiempo posible sobre la tabla, y salir vivo del agua que con fuerza tenderá a seguir moviendo el piso temporal que nos sostiene.
La playa se ve ahí, mansa y dispuesta, suave y apetecible, a una distancia cada vez más cercana; el rugir de la ola nos recuerda que debemos continuar con la atención plena si queremos volver a pisar la arena y continuar disfrutando esta increíble experiencia de vivir.
Recursos que me han ayudado
He reajustado mi programación de actividades con el apoyo de:
He recomenzado mi planner semanal y mensual con una nueva herramienta, confeccionada por
Con el Binder continio.
Por ahora, me despido, viene una nueva ola y debo apurarme para aprovechar el impulso que esconde y que me permitirá llegar a nuevas playas. Nos escribimos pronto, ¡feliz fin de semana!
yo surfeo, tú surfeas, nosotros surfeamos... ¿Has intentado escribir la conjugación del verbo "surfear"? El autocorrector la corrige a "sufrir". jaja. Me pareció muy interesante el pensar que cuando vas en "piloto automático", sí "sufres"; pero cuando entras en consciencia, "surfeas", sorteas las olas y ¡logras amigarte de las olas! Pd. Yo tampoco he surfeado en el agua, pero vaya que sé surfear en la vida.