Tres consejos de Churchill para comunicadores
Aplicar buenas ideas en nuestro quehacer profesional frente a grupo
Comunicación y liderazgo
Churchill no es el político convencional; se preció de ser considerablemente incorrecto en determinadas circunstancias y momentos, pero también fue un hombre de la esfera pública que supo dominar los entretelones de una comunicación eficaz que lograra un impacto positivo en su audiencia.
Un buen comunicador tendrá algo de influencia, es necesario reconocer que de suyo ejerce un liderazgo que podría encauzarse cada vez más en una verdadera transformación para sí mismo y para quienes le rodean.
Pero una persona que desempeñe un liderazgo que desee ser efectivamente transformador, no puede darse el lujo de ser un mal comunicador. Quien tiene la capacidad de narrar la historia influye, quiera o no, en el curso de los acontecimientos. Ya sea en la vida personal y familiar, o en el extenso ámbito de lo profesional-laboral en la gran plaza pública.
Es necesario que podamos profundizar entre el puente de comunicación y liderazgo, que puede recorrerse en ambas direcciones. Esta reflexión de hoy es una muestra de cómo, si queremos mejorar la comunicación deberemos pensar en su dimensión de liderazgo y, como lo adivinas ya, si queremos mejorar nuestro liderazgo es necesario llevar nuestra comunicación pública al siguiente nivel.
Avanzamos aprendiendo de los mejores
La historia nos presenta sin duda grandes perfiles de comunicadores que desarrollaron un liderazgo y quienes desde su habilidad de comunicación lograron ejercer una influencia positiva y determinante para la época y retos que les ha tocado vivir.
Tal vez, en cuanto líder que comunica y comunicador que canaliza adecuadamente su liderazgo, el ejemplo más reciente que podríamos mencionar es Barack Obama; de hecho, me permito recomendarte el texto, ya considerado clásico, de Sam Leith "¿Me hablas a mí?, donde se analiza el estilo comunicativo del liderazgo del político americano.
Pero como este ejemplo hay varios. Podemos aprender mucho si observamos vídeos de mensajes, discursos, asambleas, reuniones, presididas por grandes líderes de épocas recientes.
Podremos ver cómo en sus palabras y gestos hay ideas, contextos, acciones, convicciones que impactan directamente a sus audiencias. Algunas preguntas si decides aprender de los mejores:
¿Qué comunicador te parece relevante?
¿Por qué? ¿Cuáles son sus características personales que más te parecen adecuadas?
¿Qué te aporta su estilo y abordaje del mensaje y de la audiencia?
¿Para qué podría serte de utilidad, en tu práctica profesional como comunicador, conocer estos estilos de trabajo de quienes han construido un puente entre comunicación y liderazgo?
Revisemos ahora tres consejos prácticos que podemos “robar” a Winston Churchill. ¡Estoy seguro que te permitirán, cual indicador en el camino, descubrir una senda de mejora!
Tres consejos de Churchill para Speakers efectivos
1. Equilibrar lo que hablamos y lo que escuchamos
Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar.
W.Churchill
La comunicación de nuestra época no es ya un monólogo, si es que alguna vez lo fue. Plantea todas tus presentaciones como una conversación donde debe enfatizarse la interacción con tu audiencia; el que tengas la capacidad de escucharles, incluso de forma previa a tu presentación, y reconozcas conscientemente sus intereses e inquietudes ante tu tema, puede ser asunto de vida o muerte respecto la recepción y acogimiento de la audiencia a tu mensaje.
La imagen mental de "sentarse y escuchar", además, puede ser también por nuestra parte una disposición de atención consciente respecto el lenguaje no verbal que nos transmite la audiencia al escuchar nuestra intervención.
Estar dispuesto a reconocer las señales de atención/desatención por parte de quienes te escuchan, te permitirá adaptarte mejor y desenvolverte de manera más plena frente al grupo.
Si "escuchas" con un atención concentrada que tu audiencia se está "fugando del tema", será necesario provocar un cambio en la metodología, o en la actividad que en ese momento estás realizando.
2. Conectar un tema apasionante con un interés apasionante
Una buena conversación debe agotar el tema , no a sus interlocutores.
W.Churchill
Es correcto; en tu presentación debes ser exhaustivo con el tema pero deberás poner toda tu concentración en provocar que esta revisión que efectúas, de X o Y, sea sumamente de utilidad e interés para quien te escuche.
Agota el tema, dentro del tiempo asignado, la estructura considerada y tu objetivo planteado; sé implacable con ello.
Pero mucho cuidado con abusar de ejemplos desconectados del tema, actividades que se revelen como inútiles o de relleno para cubrir tiempo, frases rimbombantes sin sentido, repetición constante de temas e ideas que la audiencia ya escuchó, incluso ya entendió, inadecuado empleo de tu material de apoyo, vicios de dicción, errores en el habla, y un largo etcétera.
Todo aquello que aburra, que apague el interés, deberá ser desechado por ti sin contemplaciones.
A veces esto debemos hacerlo en la preparación del tema; en otras ocasiones, no pocas deberé decirte, habrá que irlo haciendo sobre la marcha. Este es de los matices de la experiencia profesional como comunicador que, probablemente, tardes más tiempo en desarrollar y perfeccionar. ¡Pero si dispones la atención puede lograrse!
En concreto: a la primera señal de agotamiento y cansancio que detectes en tu audiencia, deberás responder con un nuevo estímulo que fije la atención y relacione el tema con la utilidad o beneficio que proporcionará a los que te acompañan seguirte hasta el final de tu presentación.
El tema puede ser aburrido, pero un expositor aburrido con un tema complejo es la mejor inyección para un sueño "perpetuo".
Agota el tema, cánsalo, destrózalo, déjalo hecho jirones sobre el piso del auditorio, pero provoca en cada lance, en cada ataque, la aclamación de quienes te acompañan y están convencidos entonces que tú eres la mejor alternativa para dominar un conjunto de ideas y transformar, desde su aprendizaje, el contexto que les rodea y la vida que experimentan.
3. Dar el máximo en cada presentación
No tiene sentido decir que hacemos lo mejor que podemos. Tenemos que lograr hacer lo que es necesario.
W. Churchill
Eleva el nivel de tu consciencia para reconocer, con la mayor objetividad posible, que no bastan las buenas intenciones para ser un buen comunicador. Necesitamos ordenar nuestras capacidades, habilidades y actitudes y aptitudes para lograr los objetivos que perseguimos en cada una de nuestras presentaciones.
¡Tenemos que lograr hacer lo que es necesario! ¿Qué podría ser "lo necesario" en temas de comunicación para un speaker? ¡Lograr un impacto positivo!
¿Y qué es esto? Es la transmisión intencionada y eficaz del mensaje; es brindar la mejor puerta de acceso para que la audiencia se relacione emocional y racionalmente con las ideas que le proponemos, con las herramientas que les proporcionamos.
No queremos que reconozcan únicamente que nosotros dominamos el tema, queremos y debemos lograr que se lo apropien, que se despierte en ellos el verdadero aprendizaje. Ese que solo nace desde lo más profundo de nuestro interés y convicción.
No se trata de hacer lucir nuestra experiencia, se trata de que nuestra habilidad, conocimiento y aproximación a un tema estén al servicio de quienes nos escuchan. Y que así ellos sean capaces de lograr grandes cosas con lo que hemos entregado.
No es un buen conferencista quien memoriza un discurso, y sabe incluso expresarlo atinadamente desde la más clásica oratoria. ¡Hay más que decir!
Un speaker eficaz es aquel que, como Prometeo, es capaz de burlar al dios y robarse la llama para entregarla a quien la necesita
Si lo pensamos un poco mas, un buen speaker debe ser un pirómano del saber; dará los fósforos y generará el contexto que provocará el incendio del verdadero aprendizaje, ese que reduce a cenizas la ignorancia y la oscuridad ante un tema en concreto.
Hagamos lo necesario para lograr esto, dejemos las buenas intenciones y pasemos a las acciones. ¡Venga, da lo mejor de ti!
¡Nos encontramos pronto!
Un corolario. Incluyo una frase que, aunque no es directamente pensada para un comunicador, en el terreno de las ideas que se comparten, ante públicos a veces difíciles, puede darnos un buen trecho de luz para recorrer un arduo camino:
Nunca se rindan, nunca cedan, nunca, nunca, en nada grande o pequeño, nunca cedan salvo por las convicciones del honor y el buen sentido. Nunca cedan a la fuerza; nunca cedan al aparentemente abrumador poderío del enemigo.
W. Churchill